miércoles, 25 de febrero de 2015

Guerreras y Centauros o la guerra de hacer TV en Venezuela

"Guerreras y Centauros" es la primera superproducción dramática de época hecha en Venezuela que se ha hecho en los últimos 10 años [Foto tomada de la Web de TVES]
Esta semana se estrenó en TVES la telenovela Guerreras y Centauros, una historia desarrollada en 1821, en el marco de las batallas de independencia en Venezuela. Una telenovela que ha dado mucho de qué hablar porque, en el país que fue conocido durante los 80s y 90s por sus famosas telenovelas y donde ya casi no se realiza ninguna, una producción de esta envergadura tiene que ser noticia. Pero además por todos los aspectos polémicos que rodearon esta producción, que sí, para qué negarlo, es una superproducción, primero porque está rodada en su mayoría en exteriores en el interior del país, luego porque cuenta con un gran cartel de actores venezolanos, muchos con una carrera internacional.
Guerreras y Centauros llegó a la pantalla sorteando todas las polémicas y los 8 años que tardó en estrenarse, desde que empezó su promoción. En adelante, mis impresiones.

1. Es una buena producción. Al menos en cuanto se ve en pantalla. Se nota la inversión en arte, vestuario y rescata el atractivo de los paisajes de nuestra tierra, en este caso los del llano, que tanto extrañamos ver en las pantallas locales, por el altísimo costo y riesgo de producir en exteriores. Al menos por encima y sin ser yo una letrada en historia, parece fiel a la época (con excepción de algunos diálogos y forma de hablar de los actores que tocaré en otro punto).
2. Siendo esta una historia que combina fragmentos reales de lo sucedido en Venezuela durante la gesta independentista con la ficción, hay muchos personajes y citas célebres que podemos reconocer. En el primer episodio, por ejemplo, el Negro Primero se acerca al general Páez para decirle "mi General, vengo a decirle adiós, porque estoy muerto". Creo que no hay venezolano que no recuerde esa frase de las clases de historia de Venezuela. Pero el equipo de dialoguistas aprovechó las licencias de la ficción para introducir ideas claves que no sabemos si realmente fueron parte del discurso de los próceres entonces, y que hoy, a los que hemos vivido los últimos 15 años de gobierno, más bien nos suenan como un discurso más de la revolución chavista, lo que genera rechazo, al menos de quienes no compartimos tendencia política.
3. Es curioso el uso de la censura en la programación de este canal. Están silenciadas las maldiciones pero no los "carajo" (que hasta donde yo sé es una grosería) y mientras esto sucede en un bloque de la novela, en el corte comercial que le sigue se oye claro y fuerte decir, en la voz de Hugo Chávez Frías "bastantes COJONES hay aquí (sic)". Eso fue a las 2:00 de la tarde de un martes, es decir, en horario supervisado, en donde según Conatel debe haber programación apta para niñas, niños y adolescentes. Algo similar sucede con las escenas de guerra; en el 1er episodio hay asesinatos a diestra y siniestra, se ven heridas abiertas e inclusive, el rostro de Ana Karina Casanova es salpicado de sangre violentamente, cuando le disparan a un hombre junto a ella. Es irónico, por decir lo menos, que eso suceda en un país en donde la prensa ha sido sancionada por hablar de realidades como las alarmantes cifras de criminalidad.

La pareja protagónica [Foto tomada de la Web de TVES]
4. Ya en el segundo capítulo sentí lo que considero son fallas de dirección actoral y de guión, en ocasiones los actores pierden la intención de personajes del siglo XIX y se relajan demasiado en sus diálogos, y particularmente en el caso del personaje de María Marta Guerrero, me sorprendió cómo, de una escena a la otra, pasó del dolor y la entrega a la memoria de su esposo, a sentirse furiosamente atraída por Jacinto Farfán, al punto de cerrar con una escena de amor casi al final del episodio. Y a este personaje protagónico masculino ni siquiera lo vimos en el primer capítulo. Cero manejo de la emoción del enamoramiento entre estos dos.
Víctor Cámara como Páez [Foto tomada de El Universal]
5. En cuanto a actuaciones, es de aplaudir hasta ahora, la de Víctor Cámara como el prócer llanero José Antonio Páez. No esperaba menos. Personalmente, no me agrada el estilo de Ana Karina Casanova, aunque reconozco que fue una buena selección para interpretar a una mujer de 1821, por su belleza natural y sencilla. Se agradece que Quimera Producciones haya invertido en este cartel de actores bien formados en TV y empáticos con la audiencia. En los dos primeros episodios hay pocas apariciones del cartel juvenil que suele ser los menos sólidos en este tipo de producciones, así que no puedo decir mucho al respecto. Es una lástima que en internet no aparezca el listado completo de intérpretes, así como la ficha técnica,  ni siquiera en la página web de la serie, ya que los créditos finales tienen muy poca lectura. 
6. Esta novela significó la reaparición en pantalla de actores que hace muchos años no veíamos los venezolanos como Yajaira Orta, el mismo Víctor Cámara (asentado en Miami), Elisa Stella, Ana Massimo, Marisela Buitriago, Félix Loreto, Asdrúbal Blanco, Alberto Alifa y Adolfo Cubas. Grandes actores, la mayoría de ellos alejados de los dramáticos en en Venezuela durante los últimos años, asumo que la mayoría por la escasez de nuevas producciones locales, y otros, como Simón Pestana y el mismo Galué, por la dedicación a sus actividades política. Sin embargo, me quedo con la duda acerca de cuántos del elenco vivirán actualmente en el país, pues para nadie es un secreto que en los últimos años han emigrado muchísimos talentos. ¿Cuántos estarán viviendo de la actuación realmente y qué tanto empleo y seguridad social les está generando la revolución?. La mayoría, cabe decir, han sido entusiastas en su apoyo a la producción, al menos a través de sus redes sociales, pero pocos se han vinculado ideológicamente al canal que la transmite, de hecho, en entrevistas promocionales han hecho énfasis en ser artistas "independientes". 
En fin, celebro que se haya estrenado y producido Guerreras y Centauros. Es empleo para nuestros actores, productores, creativos, personal técnico, inclusive muchos que quedaron cesantes tras el retiro de la concesión a RCTV y con el cierre de muchas casas productoras en el mercado. Me alegra además porque su historia detrás de las cámaras es una pieza de evidencia de lo difícil que se ha hecho producir en la Venezuela revolucionara post-cierre de RCTV. Por ejemplo, por el tiempo que tardó en realizarse y estrenarse tras su anuncio (8 años), aún cuando Henry Galué, productor y director, haya dicho que duró "lo que dura una telenovela normal", habría que recordarle a Galué, que producciones similares hechas por RCTV hace entre 10 o 15 años, por ejemplo, como Amantes o La Soberana, no tomaban más de un año de grabaciones, pues empezaban a rodar apenas unos meses antes de estrenarse, y, como solía suceder con las telenovelas hechas en Venezuela a diferencia de las de otros países, se modificaban las tramas en función de la respuesta del público. O sea, que en promoción, preproducción, producción, postproducción y transmisión, no tardaban 8 años. O al menos no existe ningún precedente que yo conozca.
Ignorando (o evadiendo) esa realidad, Winston Vallenilla, presidente de TVES ha dicho "hay televisoras que apuestan a producir menos cada día". Pero ahí está la prueba documentada en entrevistas, artículos publicados hasta por los propios medios del gobierno. Muy a pesar de las leyes y figuras como la de PNI, la ampliación de la oferta de canales públicos de TV abierta y la "hegemonía comunicacional", e inclusive con la ayuda financiera y apoyo del propio todopoderoso ex presidente de la República, Hugo Chávez, además de otros entes públicos, una producción de envergadura como las que en "la Cuarta República" se hacían a razón de decenas por año, puede costar una "guerra" de casi un lustro.
En unos días o quizás semanas, sabremos cúal fue la respuesta del público.

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