jueves, 19 de marzo de 2015

La TV de “no hace tanto”




Hace unos meses, tuve lo que me gusta llamar un “Power Lunch” con un amigo del pasado. Ed Vill y yo nos conocimos en el año 96, y para entonces estaba claro que él sería diseñador gráfico y yo, quería estudiar comunicación social. Mucha agua ha corrido desde entonces, y el río nos trajo a reencontrarnos hablando de algo que a ambos nos encanta, la televisión. Ed Vill es un tevéfilo como yo, un acumulador de Fun Facts sobre sus shows favoritos, un fan confeso de Chespirito, y además, uno de sus hobbies, que es producir contenido para web, lo ha llevado a hacer un par de intentos frente a las cámaras en el campo del humor (Ver Ed Vill TV).
Entre muchos temas, terminamos poniendo nostálgicos sobre el pasado de la TV venezolana. No, no sobre la TV de los 80 (que, mención aparte fue la que nos educó y fue muy buena), sino esa TV en la que queríamos trabajar cuando ambos estábamos recién llegados al ruedo laboral. Nos parecía increíble que tan sólo hace poco más  de una década, cuando ya no éramos precisamente unos chamos, se estaban haciendo cosas que bien podían haber evolucionado y llevarnos al sitio que ocupan hoy hubs de producción audiovisual como Argentina y Colombia (por no hablar de Chile y Perú, que no se quedan muy atrás). Y además, eran producciones innovadoras, súper cool, unas más exitosas que otras, pero todas, con elementos que eran atrevidos y rompedores de esquemas en Latinoamérica.
Pero entonces llegó la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que parecía abrigar la promesa de hacer crecer la producción independiente y brindar nuevas oportunidades de realización y además, de transmisión a través inclusive de los canales más importantes. Algunos se hicieron ilusiones. Sin embargo, el tiempo se encargó de demostrarnos que serviría más bien como un instrumento político para anular la creatividad y la inversión en los contenidos.Y se detuvo el tiempo en la televisión venezolana, pues desde entonces no ha habido más que contracción y retroceso.
Estos, a mi modo de ver, son algunas de las experiencias televisivas de fin del siglo pasado e inicios del presente, que podían haber llevado nuestra TV a otro nivel de creatividad, calidad de producción e interés en el mercado global. La mayoría, como todo producto rompedor de esquemas, programas con sus detractores y sus fans.

  • Ni tan tarde (1999-2001): es quizás el precedente de todo los demás programas aquí mencionados. Fue de los pocos programas dedicados a una generación joven desde Sonoclips, una generación que había crecido escuchando a otra generación de locutores y programas irreverentes en la radio, entre los que estaban Luis Chataing y Érika De La Vega, sus conductores. Durante años, ese mismo grupo etáreo anheló que se volviera hacer algo parecido, hasta que en 2013, apenas, se logró el regreso de ambos personajes a la franja nocturna, pero esta vez por separado. 
  • Zona Otaku (2001): este programa de concurso tenía dos cosas de vanguardia, estaba dirigido a un nicho muy específico, los fanáticos de la cultura del animé, llamados precisamente, “otakus” y proponía la interactividad con la audiencia, a través de un chat, cosa inédita en el país para el año 2001. Era conducido por el hoy serísimo narrador de noticias Román Losinzki, vestido con camisas ilustradas con personajes alusivos al tema. Fue una de las primeras veces que los venezolanos vieron sus mensajes reflejados en la pantalla del televisor. Parece incréible pensar que tuvimos un programa para un nicho tan específico.
  • Los Últimos (2001): serie dramática de corte familiar completamente hecha en formato de cine, lo que fue una novedad para la televisión, dirigida además por el conocido director de cine Beto Arvelo, y rodada en los Andes venezolanos, con gran parte de sus secuencias en exterior. Una apuesta única en su estilo.
  • Destinos Musicales (2001): un recorrido por Venezuela para mostrar lo mejor de su folklore musical, con una gran calidad técnica. Fue una producción independiente de Pimentón Films, empresa creada por el conocido locutor y animador Eli Bravo. Si bien existía un programa que lo antecedía en el género de viajes (Bitácora, 1994-2007), este fue hecho con un claro corte de interés internacional, y de hecho, luego de su transmisión a Televen, la serie fue vendida a People&Arts y a Sun Channel, ambos canales internacionales. Uno de los casos que demuestra que inclusive antes de la Ley Resorte y el reglamento de los PNI en el país estaba creciendo la producción independiente.
  • Planeta de 6 (2001-2002): era, en síntesis, una versión criolla de “Friends”. El formato, como tal, no tenía nada de novedoso, ni tampoco era la primera vez que en Venezuela se intentaba adaptar la comedia situacional, tan inherente a la cutura gringa (ya había habido varios intentos medianamente exitosos en los 80 como “Leonor” y “Kiko Botones”) pero fue la única oportunidad para los venezolanos de nuestra generación de asistir a la grabación de un sitcom en Venezuela, además bien podría haber precedido experiencias mejoradas del mismo género. La más conocida del elenco: Ana María Simon.
  • Chatódromo (2003): una apuesta de RCTV que duró muy poco, en muy momento ya difícil para el canal. Se transmitía en vivo, y su atractivo principal era la promesa de interactividad con el público. Los mensajes de la audiencia podían aparecer en vivo en la pantalla, una apuesta demasiado arriesgada con la ya vigente Ley de Contenidos.
  • Noche de perros (2003-2005): de los poquísimos ‘late shows’ con los que ha contado la TV venezolana. Y el único 100% dedicado al público masculino. Fue el programa que le dio la fama a Jean Paul Leroux, hoy reconocido actor en Latinoamérica. Se lanzó una nueva edición en 2008  con sólo uno de los conductores de la versión original pero fue cancelada por falta de audiencia.
  • Las Rothenmayer (2004-2005): fue la respuesta “feminista” al late Show Noche de Perros. Lo novedoso es que era un formato programa de ficción humorístico, y mitad programa de entrevistas. En él, “Doña Gumersinda”, un personaje encarnado por el actor Josúe Gil que ya era conocido en la farándula, hacía de excéntrica abuela y matrona de una familia compuesta sólo por mujeres, la periodista Ángela Oraa era la madre de dos jovencitas sin remedio: la exconductora de Sin Flash TV, Nani Montero y la fallecida miss Eva Ekvall, que recibían invitados especiales en su set para unas participaciones nada convencionales.
  • El Dr. G y las mujeres (2007): de los últimos intentos de RCTV por ganar audiencia antes de su salida de la TV abierta. Una comedia situacional (sin público en estudio) en la que Luis Fernández es un psicólogo que intenta conocer a fondo el universo femenino a través de sus pacientes. Bien podría haber hecho parte de la ola de producciones humorísticas latinoamericanas de estos últimos años. En el mercado internacional no le ha ido tan mal, pues se ha vendido a algunos canales internacionales y plataformas de streaming.
No es casualidad que la mayoria de los programas de esta lista fueron producidos y transmitidos por Televen, canal que desde finales de los años 90 se caracterizó por emprender apuestas innovadoras para competir en un segmento del público distinto al que se disputaban los ya posicionados RCTV y Venevisión. Hoy en día, aunque queda uno que otro espacio arriesgado en términos financieros para la difícil situación nacional (como los formatos internacionales Quien Quiere Ser Millonario y Un Minuto para Ganar), Televen no hace mucho  más que repetir las fórmulas vencidas del extinto canal de Bárcenas.
Hoy, como productora, guionista y monitor de contenidos, me sorprende ver que muchas experiencias similares a estas de la lista, en 2014 son novedad en otros países del continente y se venden en los mercados internacionales como pan caliente, claro que en calidad HD y con temas actualizados. Como me dijo Ed Vill en nuestro almuerzo, “nos quedamos con las ganas” aunque no estuvimos tan lejos. No hace tanto tiempo.

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