"Contesta por Tío Simón" uno de los programas educativos bandera de la TV de los años 80 |
Yo fui
una de esas espectadoras que crecieron en la Venezuela de los años 80 viendo TV
nacional pero también uno que otro contenido de afuera, en su mayoría
telenovelas mexicanas y series gringas. Siempre fui televisera. Por años burlé
la prohibición paterna de ver telenovelas y las seguía con entrega, así tuviera
que averiguar con mis amigas del colegio qué había pasado en los capítulos que
me perdía. Tuve que esquivar muchos obstáculos para poder ver El Chavo y El
Chapulín Colorado también vetado en mi casa por razones en las que entraré en
detalle en otro post (sí, mis papás eran unos monstruos). Sufrí porque tampoco
me permitieron ver Twin Peaks (creo que por la hora de transmisión) y todo el
mundo estaba hablando de esa serie. Me sé de memoria a quién pertenecía cada
día de la semana en Contesta por Tío Simón. No me perdí ni un sólo episodio de
Punky Brewster, Crecer con Papá (otra producción nacional) y la Pequeña
Maravilla. Me trasnoché para poder seguir las aventuras de La Reportera del
Crimen (en contraste y por alguna razón que no entiendo, papá sí me permitía
ver esa serie con él).
En
fin, quedé cautivada desde pequeñita por el mago de la cara de vidrio, a pesar
de tanto escuchar que la TV embrutecía y demás cuentos de gente mayor (en
inglés suelen llamarla “the idiot box”).
Aunque
como muchos, estudié Comunicación Social con la ilusión de hacer cine, porque
el cine era más parecido al arte que la televisión y además parecía un mundo
mucho más glamouroso, el detrás de las cámaras de la TV me atrapó para siempre.
Por eso, de entrada me declaro tevéfila y a mucha honra, en detrimento de
aquellos cinéfilos que desdeñan a los hacedores de televisión.
Ahora,
que muchas de las telenovelas y los programas que veía en mi infancia han
recorrido mucho camino y dado varias veces la vuelta al mundo, vuelvo a
encontrarme con ellos, en los catálogos de los distribuidores de contenido y en
la caja de Pandora para los tevéfilos como yo, que es Netflix. Hoy creo que la
TV ha dejado por mucho de ser una caja idiotizante, y por el contrario, aporta
un mundo inmenso de conocimiento a la audiencia, que por otro lado, y gracias a
la multitud de posibilidades adaptadas a cada gusto y necesidad, ha dejado de
ser una masa. Dicen algunos que nos encontramos ante una nueva era de oro de la
TV mundial.
Aún
cuando ya no soy consumidora habitual de telenovelas, sigos sus pasos a través
de las noticias especializadas y me regocijo de saber que tras esas historias
que me daba un poco de vergüenza admitir que adoraba, se esconde una industria
de miles de millones de dólares.
Po
otra parte, la telenovela venezolana que fue, ya no es, y con ella se vino
abajo la producción audiovisual nacional. Crisis económica, regulaciones e
intervencionismo gubernamental sobre sus contenidos (como en toda la esfera
productiva venezolana), emigración del talento, entre otras cosas, la han
maltratado y reducido a su mínima expresión. Pero detrás de esa TV que
sobrevive a duras penas, estamos profesionales que luchamos por alentar el
negocio desde algunos espacios a pesar de las dificultades. Las coproducciones
internacionales han ayudado un poco con ello. Como ha dicho Ibsen
Martínez en una entrevista reciente “esto es lo que mejor sabemos hacer los
venezolanos”*.
Bienvenidos
a este, un espacio para la nostalgia en la era de la “TV Everywhere” y los
contenidos multiplataforma, pero también para exponer y discutir las nuevas
perspectivas de la producción audiovisual en Venezuela y en Latinoamérica y
también, por supuesto, para ofrecer algunas reseñas muy personales sobre esos
maravillosos descubrimientos de la TV tradicional y la de la nueva era.
*(Entrevista otogada a
ProduTV por Ibsen Martínez en Junio 2013 a propósito de su nueva telenovela a
producirse por Televen, más en http://www.produ.com/produtv/popup.html?Noti=7214)
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