Aunque quisiera que este espacio hable
más bien del presente y el futuro del negocio de la televisión, no puedo evitar inaugurarlo con un texto
que huele a nostalgia.
Cristal, la telenovela más exitosa en los años 80s |
Nací en 1980, justo el año en que en Venezuela, donde nací y vivo, se iniciaban las transmisiones de la televisión a color. Durante mi primera década de vida, mi país adquiría resonancia en el mundo por una cosa: la producción de telenovelas con historias y calidad de exportación.
En 1985, salía al aire el melodrama Cristal, exitosísimo en Venezuela y luego en España, considerada la telenovela con más rating de toda la década y con sendos remakes en México y Brasil.
Con eso comenzaba una nueva era.
Aunque en Venezuela se producían telenovelas desde los cincuentas, nunca hasta
entonces había habido un boom de tales magnitudes. A Cristal le siguieron
Topacio, Abigaíl, Las Amazonas, Rubí Rebelde, Amanda Sabater y Señora, entre
muchas otras, todas exhibidas también fuera de Venezuela con significativos números
de audiencia y con sus biblias vendidas en repetidas oportunidades a otros
paíseas para hacerles remakes.
Y así, el país se daba a conocer en el mundo como una
fábrica de melodramas. Ser venezolano se volvía igual a tener una
cultura permeada por el “culebrón” de turno. Las telenovelas llegaron a
definir nuestra forma de hablar (“Vas a seguir, Abigaíl?”) de
comportarnos (el “como vaya viniendo, vamos viendo” definió nuestro
estilo de vida) y de vestirnos (¿recuerdan las sandalias “Cara Sucia"?).
En ocasiones, hasta llegaron a definir nuestras decisiones políticas
(caso “Por estas calles”).
Delia Fiallo, autora de Cristal y de
otras novelas exitosas y Lupita Ferrer, nuestra protagonista más
trascendental -bien como villana o heroína- se convertían en la
referencia dramatica por excelencia, al punto en que hoy en día, los
venezolanos llamamos “Delia” o “Lupita” a toda aquella persona que nos
parezca melodramática en exceso.
Por más detractores que tenga la
telenovela, ella nos definió por mucho tiempo como sociedad y dibujó una
imagen de Venezuela ante el mundo. Marte Televisión, productora, y
Coral Pictures, distribuidora internacional de las producciones de RCTV,
llegaron a ser dos de las empresas más prósperas de los años 80s y 90s.
Venevisión y RCTV competían ferozmente tanto en el horario del mediodía
como en el de la noche por la audiencia con la producción nacional de
turno. En cuanto a telenovelas se refiere, ninguna ley tenía que obligar
a exhibir “producción nacional”. Era la era de oro de la TV nacional y
no sólo por las telenovelas, sino por los programas que antecedían o
seguían a la franja de telenovelas y se veían favorecidos con el
remolque de audiencia.
En los 80s todos veíamos TV nacional. No sólo porque la TV
paga no se había popularizado y sólo unos pocos privilegiados tenían parabólica
en su casa, sino porque había programación entretenida e interesante, que de
alguna manera reflejaba las preferencias y características del público
venezolano. Veíamos, inclusive, VTV, el canal del Estado, que programaba
para entretener y educar, respondiendo a los intereses del público.
Esa fue la televisión frente a la que yo crecí. Así comenzó la tevefilia.
Esa fue la televisión frente a la que yo crecí. Así comenzó la tevefilia.
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