sábado, 4 de abril de 2015

Reseñas para late watchers: La Reina del Sur y la polémica sobre las narcoseries



Foto tomada de la web de Telemundo
Soy una buena lectora -no puedo decir que ahora leo tanto como quisiera- pero La Reina del Sur fue uno de esos libros que devoré con fascinación y para ese momento creo que apenas se asomaba la idea de empezar a hacer narcoseries en América Latina (2007). Claro, lo escribió nada menos que el español Arturo Pérez Reverte, el mismo del Capitán Alatriste, aunque difiere bastante del género por el cual es conocido, la novela de aventuras. La versión de la Reina del Sur para serie de TV es una de los pocos casos que puedo decir, no sólo le hace bastante justicia a la emoción que me causó el libro sino cuya heroína, encarnada por Kate del Castillo me produjo el mismo sentimiento de empatía a ratos, lástima y desprecio que logró la Teresa Mendoza del libro.
Es que Kate del Castillo es una de esas poquísimas actrices mexicanas de telenovelas que yo rescataría si todas estuvieran en un barco que se está hundiendo. Es la única cuya belleza creo que de verdad representa a México. Su temple es "picante" y guerrero, y a mi juicio es de sensualidad magnífica. Me gustaba desde que la veía en telenovelas juveniles, aunque siempre creía que estaba completamente desperdiciada en las telenovelas y me extraña que no haya tenido mayor éxito en Hollywood, donde apenas ha dado unos pinitos. 

Otra actuación extraordinaria es la de la española Cristina Urgel, quien interpreta a Patricia O'Farrell, una mujer inestable emocionalmente y bisexual, que se vuelve gran amiga de la protagonista en la cárcel y emprende con ella un negocio de tráfico de drogas. Si hubiera un gran premio a la altura de los premios de la Academia o los del Sindicato de actores en USA en Hispanoamérica, ese año seguramente se lo hubiera ganado la interpretación de Patty.
Volviendo a la serie, son 63 capítulos de pura emoción. Siempre está pasando algo. Narra la vida de Teresa Mendoza, una joven humilde de Culiacán novia de un narcotraficante menor. Tras el asesinato de su novio, Teresa huye huida al norte de África para salvar su vida. Allí emprende un negocio de contrabando, primero de tabaco y luego de drogas, va a la cárcel, sale y se vuelve multimillonaria, mientras, aún atada a la historia que la hizo llegar a España, va descubriendo cosas que no sabía sobre el asesino (y anterior jefe) de su novio, otro poderoso narco y político en México.
El nivel de producción es notablemente superior a cualquier cosa que se haya hecho antes de 2011 en Telemundo, y en general en el mundo de las producciones latinoamericanas hasta esa fecha. Basta decir que fue grabada entre España, Marruecos, Colombia, México y Estados Unidos. 
La Reina del Sur no es una telenovela. En mi opinión este tipo de series no deberían ser llamada "narconovela", pues no obedecen ni siquiera los preceptos de la telenovela, la historia de amor no es el foco principal (al igual que sucede en casos como El Cartel de los Sapos y Escobar El Patrón del Mal, por ejemplo) y sus valores de producción son muy superiores, además de su valor como contenido. Si bien son producidas en Latinoamérica y en muchas ocasiones con actores que se han destacado en el negocio de las telenovelas, además han sustituido a las telenovelas en el horario de prime time, llamarlas "narconovelas" es una forma despectiva que parte de la creencia (ya destronada a mi juicio) de que en Latinoamérica sólo sabemos producir telenovelas. 
En cuanto a la polémica con respecto a su popularidad y las de otras similares como las qu he mencionado antes, creo que la historia del narcotráfico es, tristemente, parte importante de la historia reciente de varios países de Latinoamérica. El público las consume porque quiere entender cómo estos personajes se convirtieron en dueños de negocios multimillonarios y han penetrado la vida social y la política. Han tenido y siguen tenido una gran influencia en nuestros países y me atrevo a decir que aún hay mucho por contar sobre este tema tanto en Colombia y México, como en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú. 
Nadie se queja de que se hagan series sobre el crimen o sobre el terrorismo, y el narcotráfico, no es más que otra forma de crimen (y a veces de terrorismo). Que algunas de ellas se han hecho con humor, es cierto. No lo condeno del todo (en el caso de los colombianos es una marca de muchas de sus producciones) porque tiene que ver con la idiosincracia del país y del público.
A mi modo de ver, mientras se hagan dejando claro cuánto daño y sufrimiento ha dejado este negocio a su paso, el problema no será cuántas narcoseries veamos, sino cuánta narcorrealidad estamos viviendo en carne propia. Y eso no puede arreglarlo la televisión.
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Como verla: la encuentras en Netflix. 



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